Cuando llegué al pueblo de Magacela que está en Extremadura, fui a investigar el terreno. Mientras caminaba encontré medio enterrado un hueso que me dejó alucinado. Nunca antes había visto nada igual. Pensé que era un hueso de un dinosaurio de hace miles de años. Cuando llegué a casa, lo limpié con cuidado y lo guardé en una bolsa para traérmelo a casa y enseñarlo en la escuela.
Estas fotos son reales, las hizo mi padre y flipan un montón.
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